Guardando distancias.

En mi cuarto, al fondo a la izquierda, en la última balda de la estantería, en un mediano rincón, pasa desapercibida una gran caja forrada con papel de flores primaverales. Se nota que cuando la compré todavía tenía tan sólo problemas leves, y podía permitirme el lujo de tener ilusiones. Si la hubiera comprado hace dos años o incluso ahora, hubiera escogido una de colores apagados, oscuros, incluso totalmente negra. Ahora amo el negro. ¿Me enrollo mucho verdad? Iré al grano. En el interior de esa caja están todos mis recuerdos, mis momentos y escritos más preciados, mis objetos o dibujos más valorados, un poco de cada persona a la que quiero o he querido. Esa caja es lo más importante de mi habitación. Ayer, se me ocurrió abrirla, y lo primero que cogí fue un sobre, en el que había un escrito de mi profesora de infantil, unas observaciones que ponen a los padres, de la evolución de sus hijos desde los tres años hasta los cinco en clase. Esto es lo que anotaron sobre mí en su día literalmente:
"Cristina ha cambiado bastante durante estos tres años, a mejor; de observarlo todo, sola, a integrarse dentro del grupo. Por fin, juega a todo y a dejado de dibujar tanto como antes. Callada, se junta con más gente aunque sigue guardando distancias. Es muy trabajadora y lleva el mismo ritmo de la clase, es muy perfeccionista, quiere aprender."
Sinceramente lo que apareció en mi cabeza al leer esto, fue una gran duda. No sé si era especial o era rara, inútil, sin valor. Pero sea lo que fuere sigo siéndolo, no sé si por desgracia. Ser diferentes, mostraos tal y como sois. Que tengáis una buena semana.