No encuentro la forma perfecta de explicar todo lo que siento. Esta noche hay tormenta, llueve, fuertemente, como mi alma, porque dentro de mi ser lleva lloviendo meses, y los truenos nunca cesan. A veces la electricidad de la tormenta hace que me dañe, a veces quiero dejarlo todo. No merece la pena, no hay fuerzas dentro de mí, soy como un extraterrestre en medio de la humanidad. Cada mañana tengo que enfrentarme a lo mismo, a bagar sola por unos pasillos, sola. Y nadie me pregunta que porqué en cada descanso de media hora estoy sentada en un banco observando a la gente, observando cómo discuten por tonterías. Observando cómo gozan de poder discutir por memeces.
Veo que es totalmente inútil, y os prometo que cada mañana lo intento, y que me cuesta mucho no quedarme en casa cada día, me cuesta un mundo poner un pie en el suelo. El dolor se contrae en mi pecho, mis ojos padecen continuamente un leve picor, no tengo claro si es de tanto llorar o de tantas lágrimas contenidas. Mi nudo en la garganta no se deshace, a veces aprieta más, otras se afloja, pero nunca desaparece. El temblor en mis manos y la inseguridad en mi alma son irreversibles. Me supera, es algo en lo que entré y nunca podré salir. Me matan, los días me matan. Ni una esperanza está despierta en mi interior. Nada albergo en mi alma para permanecer aquí, nada de mí me atrae, es un malestar continuo, y quiero fusilarlo, quiero aniquilar a la voz que hay dentro de mí. Cada noche es más difícil que la anterior. Dormid bien. Por favor.
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