El día de hoy ha sido complicado. Ahora mismo tengo ganas de llorar. Me despierto pensando en la comida, en el tipo de chicle o caramelo que tomaré hoy a modo de desayuno, y pienso en hacer ejercicio. Y en parecer sana en todos los aspectos. Qué lujo esto último. El día prosigue y si controlo mi hambre todo va bien, pero si no lo hago puedo acabar realmente mal. Tengo ganas de morir, no es algo raro en mí, pero hoy hay una peculiaridad en todo esto. Tengo ganas de un abrazo, de que me comprendan y de que no me hagan preguntas, simplemente que estén conmigo sin hablar de los temas que me destruyen por dentro, no quiero que nadie más que yo me recuerde por lo que estoy pasando. Utilizo el verbo pasar como si fuera un paseo, es irónico, porque se me hace eterno. Pero ojalá esta macabra ironía acabe en exquisita y deseada realidad. En una hora intentaré dormir, aunque como siempre sobre las cinco de la mañana me despertaré sin poder pegar ojo, y estaré en la cama hasta las nueve, a esa hora haré ejercicio y me creeré feliz al menos por media hora. Eso es lo que hacen los momentos de energía, aunque son eso, momentos, no duran demasiado. Nada está preparado para mí.
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