Voy a intentar describirla aquí, aunque es bastante complicado describir algo que es indescriptible, y que es tan extremadamente brillante. Para ser sincera tengo ganas de llorar cuando escribo esto, porque lo que más deseo es tenerla a mi lado y cuidarla a mi manera.
Nació el treinta y uno de octubre entre las seis o las siete de la mañana, la hora no está clara porque ese día era el cambio de horario. Yo ya estaba viva en ese momento, tenía un año, y creo que el momento en el que nació, me dio fuerzas para aguantar todo lo que me esperaba vivir. Su color favorito es el rojo, y si no me equivoco, y la memoria no me falla, le gusta el número cinco. Y es la mejor portera del mundo. No exagero, repito, no exagero. Es increíble, diferente, y esa diferencia es lo que le ha permitido resistir todo el sufrimiento que ha tenido que sentir, a una edad en la que hay que disfrutar. Personalmente, yo cuando está rara, o mal, o tiene miedo, siento como que todo se muere a mi alrededor, como que me voy quemando desde dentro, que ya no soy yo, porque es mi mitad, y me complementa. Lo que ni quiero ni voy a permitir es que algo tan bonito como ella sienta que está sola. Por eso no voy a dejarla nunca, y voy a estar siempre, siempre, a cada segundo del año. Si pudiera recoger las lágrimas que me provoca en un recipiente, sacaríamos cosas sorprendentes y perfectas de ellas. Cada día que me despierto es la que me da algún motivo para permanecer aquí. Y eso no tiene forma de agradecimiento, tengo que compensar todo lo que hace estando siempre a su lado. Su evolución ha sido realmente grande, y estoy muy orgullosa de lo que es. Fuerte y valiente, valiosa y comprensiva, sincera e inteligente, preciosa, imprescindible, y necesaria.
Es Aina. T'estimo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario