Me mata ser testigo de mi dolor, de mis gritos y suspiros mudos, que encuentran salida de una forma demoníaca. Me doy miedo, por lo que pienso, por lo que soy, por mis intenciones para conmigo, por mis planes de futuro para acabar con el mismo futuro. Irónico, yo soy de ironías en estos quince años que llevo respirando. No me veo capaz de seguir, estoy más destrozada que nunca, aislada, yo lo causo, y me asusto, y me maldigo, quiero dejar de comer, y quiero matarme. Y tal vez quiera dejar de comer para ser cada día más invisible, y más débil de lo que ya soy. Escribo esto con mucha fuerza en los dedos, y con una mirada intensa que traspasa la pantalla, con mi carácter habitual. Necesitaba hacer algo bueno y desahogarme así, porque de lo contrario puedo jurar que se me habría escapado de las manos, la situación podría haber provocado que mi supuesto control sobre las cosas se esfumara. Tengo todo tipo de vicios en mi vida, y todos o casi todos ellos desembocan en el deseo de morir más rápida y súbitamente.
"No permitas que el dolor, la tristeza, la soledad, el odio, la inseguridad, el resentimiento, los celos, el rencor, y todo lo que pueda sacar el brillo de tus ojos, destruya la pureza dentro de tu alma."
sábado, 29 de marzo de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
Dilatadas.
Hay días en los que despertamos para desear y anhelar el momento en el que nuestro interior deje de funcionar, en el que todo lo vital se detenga, y el alma sea expulsada junto con dolor y errores, decepciones y fracasos, decisiones y problemas mentales que son creados por estereotipos. Jugamos y creemos que adquirimos cosas valiosas, creemos que sabemos ganar y perder, pero eso no tiene importancia, porque acabaremos todos igual. Aunque no tengo razón al escribir lo anterior. No acabaremos igual, porque nuestro recuerdo, las palabras que utilicen para hablar de nosotros en un futuro, las crearemos nosotros mismos, no al ganar, no al perder, sino al aprender de cada hecho que se presente ante nuestras pupilas, que a veces están demasiado dilatadas. ¿Debemos tener miedo a la oscuridad? Siempre pensaré que hay algo detrás de mí que quiere dañarme, siempre correré hasta mi cuarto por miedo a mí misma, a mis pensamientos. Siempre cerraré los ojos en la cama e intentaré auto calmarme. Siempre cierro los ojos, pego mis párpados y mis pestañas delicada y silenciosamente, y me repito a mí misma a modo de consuelo: "Si no lo ves, si no lo miras, si cierras los ojos, no te harán nada, no les darás ese gusto de verte aterrorizada."
lunes, 24 de marzo de 2014
Proporcional.
Me entristece saber que mi único interés en la vida es que pasen rápido los días. Que se resbalen los segundos, que se marchen las oportunidades, que inconsciente o conscientemente nos dejemos a nosotros mismos en la estacada. Todos tenemos algo por lo que quejarnos, pero pocos saben callarse al darse cuenta de la importancia de su queja, de su reproche al mundo o a sí mismo, que verdaderamente no existe. Claro que... si nuestra vida es aparentemente simple no tenemos porqué tener problemas simples, eso no es proporcional.
Cuando algo me ilusiona, sufro de una sensación vertiginosa en el cerebro, de temblores en el cuerpo, de palpitaciones irregulares, y de pestañeo sigiloso y delicado. Esto es lo que siento cuando algo me ilusiona, porque me da vértigo saber que si caigo, lo haré desde una altura razonable. En mi opinión, esto sí que es proporcional.
domingo, 23 de marzo de 2014
Conocerse.
Siento que me mantengo en un dolor, en una presión, y en un sin vivir terribles e insoportables para el alma. Estoy llena, pero mis manos tiemblan si escribo lo que me llena, si escribo lo que me calma. Hacerme daño, buscar la perfección que no existe. La depresión se apodera de cada uno de mis sentidos a medida que pasan los días. Lo siento, siento ser así.
A veces creemos que nadie nos va a querer como realmente somos, con nuestras opiniones o formas de vivir. Tenemos miedo a ser rechazados y a quedarnos solos. Pero bajo mi punto de vista, a la hora de la verdad, todos estamos solos, me refiero a que todos tenemos momentos íntimos en los que perfectamente podemos acabar con todo. Los impulsos o recaídas que dejan tanto en el aire.
Todos conocemos la vida, y todos conoceremos la muerte, y eso es algo inevitable, simplemente podemos atrevernos a jugar con el tiempo. Ayer me sorprendí a mí misma pensando algo... que creo que es positivo o demasiado normal para mí. Si sabemos que vamos a morir, y no le tenemos miedo a eso, si lo deseamos, si deseamos conocer la muerte o saber qué hay, sentir que el sufrir se desvanece, ¿Porqué no conocemos la vida a fondo antes del final? ¿Porqué no dejamos que la vida nos conozca a nosotros? Digo que este pensamiento me sorprende porque simplemente rozo, toco, acaricio, y pienso en acabar conmigo cada día.
A veces creemos que nadie nos va a querer como realmente somos, con nuestras opiniones o formas de vivir. Tenemos miedo a ser rechazados y a quedarnos solos. Pero bajo mi punto de vista, a la hora de la verdad, todos estamos solos, me refiero a que todos tenemos momentos íntimos en los que perfectamente podemos acabar con todo. Los impulsos o recaídas que dejan tanto en el aire.
Todos conocemos la vida, y todos conoceremos la muerte, y eso es algo inevitable, simplemente podemos atrevernos a jugar con el tiempo. Ayer me sorprendí a mí misma pensando algo... que creo que es positivo o demasiado normal para mí. Si sabemos que vamos a morir, y no le tenemos miedo a eso, si lo deseamos, si deseamos conocer la muerte o saber qué hay, sentir que el sufrir se desvanece, ¿Porqué no conocemos la vida a fondo antes del final? ¿Porqué no dejamos que la vida nos conozca a nosotros? Digo que este pensamiento me sorprende porque simplemente rozo, toco, acaricio, y pienso en acabar conmigo cada día.
martes, 18 de marzo de 2014
Shock.
Una de las cosas que menos me gusta de mi forma de ser, es que cuando algo malo pasa, y una terrible sensación se apodera de mí, me cierro, y no puedo escribirlo, porque escribirlo es aceptar la realidad, y hacer eso me cuesta mucho, porque me cierro a más dolor, cuando predispongo que algo me hará daño no me arriesgo, no me acerco, lo aparto. Haciendo una excepción con las personas, con las personas siempre he pensado que lo que debemos hacer es arriesgar.
Todo acabará, y cada uno finalizaremos nuestras vidas de una manera u otra, unos moriremos antes de tiempo, otros alcanzaremos altas edades, por desgracia o por suerte, eso depende de cada uno. Pero de lo que estoy segura, y de lo que ya me he cerciorado varias veces, es de que lo último que pasa por nuestra mente antes de morir, el último pensamiento procesado por nuestro cerebro, va dedicado, y se basa en las personas, en lo que nos han hecho vivir, en los que nos han odiado y nos han amado, y viceversa. Lo principal para superar un golpe, es aceptarlo, salir de ese estado de shock en el que tantas veces nos quedamos estancados.
Todo acabará, y cada uno finalizaremos nuestras vidas de una manera u otra, unos moriremos antes de tiempo, otros alcanzaremos altas edades, por desgracia o por suerte, eso depende de cada uno. Pero de lo que estoy segura, y de lo que ya me he cerciorado varias veces, es de que lo último que pasa por nuestra mente antes de morir, el último pensamiento procesado por nuestro cerebro, va dedicado, y se basa en las personas, en lo que nos han hecho vivir, en los que nos han odiado y nos han amado, y viceversa. Lo principal para superar un golpe, es aceptarlo, salir de ese estado de shock en el que tantas veces nos quedamos estancados.
domingo, 16 de marzo de 2014
Indescriptible.
Voy a intentar describirla aquí, aunque es bastante complicado describir algo que es indescriptible, y que es tan extremadamente brillante. Para ser sincera tengo ganas de llorar cuando escribo esto, porque lo que más deseo es tenerla a mi lado y cuidarla a mi manera.
Nació el treinta y uno de octubre entre las seis o las siete de la mañana, la hora no está clara porque ese día era el cambio de horario. Yo ya estaba viva en ese momento, tenía un año, y creo que el momento en el que nació, me dio fuerzas para aguantar todo lo que me esperaba vivir. Su color favorito es el rojo, y si no me equivoco, y la memoria no me falla, le gusta el número cinco. Y es la mejor portera del mundo. No exagero, repito, no exagero. Es increíble, diferente, y esa diferencia es lo que le ha permitido resistir todo el sufrimiento que ha tenido que sentir, a una edad en la que hay que disfrutar. Personalmente, yo cuando está rara, o mal, o tiene miedo, siento como que todo se muere a mi alrededor, como que me voy quemando desde dentro, que ya no soy yo, porque es mi mitad, y me complementa. Lo que ni quiero ni voy a permitir es que algo tan bonito como ella sienta que está sola. Por eso no voy a dejarla nunca, y voy a estar siempre, siempre, a cada segundo del año. Si pudiera recoger las lágrimas que me provoca en un recipiente, sacaríamos cosas sorprendentes y perfectas de ellas. Cada día que me despierto es la que me da algún motivo para permanecer aquí. Y eso no tiene forma de agradecimiento, tengo que compensar todo lo que hace estando siempre a su lado. Su evolución ha sido realmente grande, y estoy muy orgullosa de lo que es. Fuerte y valiente, valiosa y comprensiva, sincera e inteligente, preciosa, imprescindible, y necesaria.
Es Aina. T'estimo.
Nació el treinta y uno de octubre entre las seis o las siete de la mañana, la hora no está clara porque ese día era el cambio de horario. Yo ya estaba viva en ese momento, tenía un año, y creo que el momento en el que nació, me dio fuerzas para aguantar todo lo que me esperaba vivir. Su color favorito es el rojo, y si no me equivoco, y la memoria no me falla, le gusta el número cinco. Y es la mejor portera del mundo. No exagero, repito, no exagero. Es increíble, diferente, y esa diferencia es lo que le ha permitido resistir todo el sufrimiento que ha tenido que sentir, a una edad en la que hay que disfrutar. Personalmente, yo cuando está rara, o mal, o tiene miedo, siento como que todo se muere a mi alrededor, como que me voy quemando desde dentro, que ya no soy yo, porque es mi mitad, y me complementa. Lo que ni quiero ni voy a permitir es que algo tan bonito como ella sienta que está sola. Por eso no voy a dejarla nunca, y voy a estar siempre, siempre, a cada segundo del año. Si pudiera recoger las lágrimas que me provoca en un recipiente, sacaríamos cosas sorprendentes y perfectas de ellas. Cada día que me despierto es la que me da algún motivo para permanecer aquí. Y eso no tiene forma de agradecimiento, tengo que compensar todo lo que hace estando siempre a su lado. Su evolución ha sido realmente grande, y estoy muy orgullosa de lo que es. Fuerte y valiente, valiosa y comprensiva, sincera e inteligente, preciosa, imprescindible, y necesaria.
Es Aina. T'estimo.
Incrustado.
Caigo, y no sé qué tipo de agujero es, me aterra, la sensación de terror se apodera de mí. Porque siento que otra vez me harán daño, que otra vez querré morir, que otra vez me dañaré, me odiaré. Lo que más me asusta es que esto no acabe nunca. Que cada mañana es un suplicio, y cada noche es un calvario en aumento, una lucha entre mis deseos y yo, que trato de pararme, de salvarme, pero que me empujo a abandonar, a desaparecer. Hoy escribo llorando, porque estoy siendo excesivamente fuerte. Puedo decir con total seguridad que deseo que alguien me mate, que deseo despedirme de todos a los que amo, deseo que el dolor acabe para mí, una niña de quince años no debe tomar antidepresivos para reducir el sufrimiento, no es normal. Necesito nuevo aire, necesito otro corazón, recuerdos más agradables, pero no mis recuerdos, una infancia mejor, de una niña normal. Porque ser diferente cuando eres mayor, está bien, da ventaja en muchas cosas. Pero ser diferente o demasiado madura cuando eres pequeña, es el infierno que se incrusta en tu piel marcándote de por vida. Y eso es lo que en cierto modo provoca malestar, saber que no hay solución, o vuelta atrás.
lunes, 10 de marzo de 2014
Don.
En realidad no sé ni porqué escribo esto, crecí muy rápido porque ya nací diferente, nunca he sido normal ni he tenido algo normal. Tampoco me han tratado demasiado bien, tampoco las personas nunca han sabido mirar en mi interior, y quererme tal y como era, he sido una adulta metida en un cuerpo de niña. Y la peor parte es que no existe arreglo para tal desperfecto. No existe manera de cambiarme, de cambiar mi situación, a las personas que me han hecho así, a las que me han maltratado, a las personas que me han hecho ser mi amiga, mi hermana, y mi madre a la vez, a las personas que han creado en mí la necesidad de cuidarme sin más remedio. De ver la soledad o la falta de atención y cuidados como algo normal. Sí, sé cocinar, y sé llevar a cabo prácticamente todas las tareas de la casa, se tratar la ropa y sé cuidar a los demás. Una de las cosas más bonitas que me han dirigido en mi vida, y que verdaderamente me han marcado, la retengo intacta en mi memoria: "Cristina, tienes unas manos que saben cuidar, que saben acariciar, que saben cómo calmar, que saben tratar, nunca pierdas eso de ti, la vida te ha dado ese don". Y pensando sobre estas palabras, suplico al mundo o a quien sea, o a mí misma, o a nadie, suplico que alguien me cuide en un futuro, porque yo cuido y amo porque me niego a que alguien se sienta igual que yo me sentí.
domingo, 2 de marzo de 2014
Demonio.
He dormido realmente mal. Suelo despertarme una vez por noche, pero esta vez han sido tres veces, la última no pude volver a dormir, así que me mantuve inmóvil en mi cama con el capricho de que el tiempo pasara a la velocidad que a mí se me antojara. Hoy sin embargo puede decirse que haré vida social, aunque más bien me obligo a mí misma a hacerla, si no puedo asegurar que estaría en total soledad y eso me gusta y me aterra al mismo tiempo. Cada noche siento una presencia en mi cuarto, intento ignorar ese maligno sentimiento de que alguien me observa. Pero más me tortura el saber que no hay nadie que me abraza y que me proteja de esos males. Tal vez de mí misma.
He llegado a tales extremos como mirarme a un espejo y darme miedo, escalofriante, y no reconocerme, y ver al mismo demonio en mis ojos. Y he querido huir de mí, y me he desesperado, y dañado en ocasiones. Es fiesta en mi ciudad, así que ni mañana ni pasado tendré que asistir a clase. Esto me agrada porque puedo descansar de todo aquello que tanto me tortura y me agota, me consume cada mañana con tan sólo pensarlo o imaginarlo. Os deseo suerte, ánimo, fuerza, valentía, y coraje, salvajismo para estrenar estos nuevos sietes días. Ojalá se os hagan atractivos.
sábado, 1 de marzo de 2014
Pas(e)ando.
El día de hoy ha sido complicado. Ahora mismo tengo ganas de llorar. Me despierto pensando en la comida, en el tipo de chicle o caramelo que tomaré hoy a modo de desayuno, y pienso en hacer ejercicio. Y en parecer sana en todos los aspectos. Qué lujo esto último. El día prosigue y si controlo mi hambre todo va bien, pero si no lo hago puedo acabar realmente mal. Tengo ganas de morir, no es algo raro en mí, pero hoy hay una peculiaridad en todo esto. Tengo ganas de un abrazo, de que me comprendan y de que no me hagan preguntas, simplemente que estén conmigo sin hablar de los temas que me destruyen por dentro, no quiero que nadie más que yo me recuerde por lo que estoy pasando. Utilizo el verbo pasar como si fuera un paseo, es irónico, porque se me hace eterno. Pero ojalá esta macabra ironía acabe en exquisita y deseada realidad. En una hora intentaré dormir, aunque como siempre sobre las cinco de la mañana me despertaré sin poder pegar ojo, y estaré en la cama hasta las nueve, a esa hora haré ejercicio y me creeré feliz al menos por media hora. Eso es lo que hacen los momentos de energía, aunque son eso, momentos, no duran demasiado. Nada está preparado para mí.
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