martes, 6 de febrero de 2018

La primera vez.

Escribo tanto porque estoy intentando soltar cosas, cosas que nunca he contado, porque quiero quitarme piedras de la mochila.
Un día, ya diagnosticada mi depresión; quería morir. Era una tarde de abril, las ocho de la tarde. Estaba en mi cuarto, llorando, dándole vueltas a la almohada para llorar en seco. De repente tuve un impulso, algo fuerte se removió dentro de mí, como un monstruo, como un gigante que se despierta y pisa la ciudad. Corrí al baño verde (al baño que hay justo al lado de mi habitación). No encontraba nada, y buscaba y buscaba, pero no sabía lo que buscaba. Lo encontré. Encontré unas tijeras enormes, saqué mi brazo derecho, vacilé. Miré las tijeras, miré el brazo, me miré a mí, pero el espejo me asustó. No era yo quien estaba reflejada, no era mi mirada, era como si me estuvieran mirando otros ojos. Me hice cortes en los brazos, vi gotas de sangre caer al suelo, y sentí el dolor, sentí que estaba viva.
Esa fue la primera vez que me corté.

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