domingo, 18 de febrero de 2018

Cuando era pequeña.

Hoy escribo porque me queman los ojos, me miente mi instinto y me arrastran mis dedos. Hoy escribo porque quiero. 
Cuando era pequeña, el olor que más me gustaba era el del incienso que ponían en la clase de ballet. Odiaba comer pescado, y me encantaban las verduras. No entendía el porqué de los semáforos (ni lo sigo entendiendo). Me agobian. Tenemos muy poco tiempo en la vida como para que nos frenen el paso. 
Cuando era pequeña iba a la piscina por obligación, y me iba sola al colegio, dando zancadas enormes para ver cuántas baldosas podría saltar. Cuando salía de paseo bailaba por las calles, y a veces me enfadaba con mi perra porque se me adelantaba. Cuando estaba sola me disfrazaba y bailaba. Sigo bailando en mi cuarto (me encanta bailar "Serenade" de Dover). Me quedaba embobada contemplando las ventanas de los coches, quería saber lo que había dentro. En el supermercado me quedaba en la sección de suavizantes y detergentes, los abría y los olía. 
Yo quería ir con los labios pintados al colegio, pero mi madre no me dejaba; deseaba llevar el pelo de color rojo, y la peluquera se reía de mí. Necesitaba mucho cortarme el pelo frecuentemente, necesitaba sentir las caricias de la tijera, esa sensación en la que te sientes frágil, cuidada, mimada, que alguien te haga caso. 
Ayudaba a las mujeres que venían a cuidarnos y a limpiar la casa, yo limpiaba los cristales y ellas todo lo demás. Le regalé una pulsera a mi maestra de infantil, y no la volví a ver. 
Cuando era pequeña me encantaba beber leche, sola, fría. Y el arroz era mi comida favorita. Me daba miedo el mar, lo veía inmenso, me sentía diminuta (como ahora); y pensaba que me iban a tragar las olas. Odiaba dibujar a personas y por las noches sentía terror, creía que había alguien más en mi habitación. Amaba la lluvia, me relajaba y me hacía (me hace) sentirme segura.Cuando mi madre se maquillaba yo me colocaba detrás de la puerta de su baño para ver cómo lo hacía; siempre abría la boca para ponerse rímel y fruncía los labios para el colorete. 
Cuando era pequeña las paredes de mi habitación estaban cubiertas de papel de ositos, me encantaba arrancarlo. Lo que más detestaba era leer, no sé por qué. Los abrazos eran invisibles, pero yo muchas veces me abrazaba a mí misma. 
Me regalaron una bailarina de porcelana, preciosa, la llevaba a todos sitios, pero se la quise enseñar a mi padre, y se rompió. 
No confiaba completamente en nadie, esto no ha cambiado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario