sábado, 30 de abril de 2016

Sin ataduras.

La dulce niña queda arropada en su cama de pétalos de rosa, ve cómo la luna se asoma a la ventana, y le regala su luz plateada. Reconfortada la niña se imagina sobre la luna, meciéndose despreocupada, al cuidado de las estrellas. Las primeras lágrimas de sal comienzan a brotar de sus ojos, cerrados, no quiere ver a los monstruos debajo de la cama de pétalos de rosa. Estos monstruos acostumbran a sacar sus brazos como raíces gruesas de un árbol viejo, y ahogarla poco a poco hasta que la primera luz del día despunta en el horizonte lejano. La niña aguarda, expectante, a que sus raíces vuelvan a torturarla esta noche. Poco a poco nota como la aspereza le agarra el cuello, retuerce su delicado torso. La niña siempre se mantiene paralizada por el mismo miedo, esperando a que una noche su monstruo termine de matarla. Esta vez será distinta,coge aire y lo almacena en su pecho, para así tener un hilo de voz con el que hablar. Toma las riendas y se enfrenta a sus raíces, se desahoga, les narra todo lo ocurrido en su vida, sus pesares, sus traumas, sus aspectos más recónditos aún no superados. Poco a poco se hace fuerte, pues sus raíces, sus orígenes, su pasado, por fin sale a la luz, y deja de ser perseguida. 
La niña que acabó con su pasado oscuro, la niña que cortó sus raíces, al fin puede dormir para empezar de cero al día siguiente. 

miércoles, 20 de abril de 2016

Mediocre.

Algunos dicen que soy escritora, una escritora empedernida que lucha por salvar todas sus vivencias algún día estancadas en el recuerdo. Otros afirman que soy una simple niña que intenta hacer algo con su vida, algo diferente a los demás, pero obtiene como resultado algo mediocre. Yo solo me conformo con que ambas partes me den la oportunidad de mejorar. Despreciable mi cuerpo, mi alma, yo entera; aunque logro ocultarlo bien con esta capa densa de maquillaje de plata. Creen que brillo, pero la forma de mirar engaña. Daría mi vida entera por escribir algo similar a lo que engendró un día J. K. Rowling. Hay galaxias tan profundas en el interior de tantas mentes... Hay tanto escrito y por escribir, tantas delicias y tantos esperpentos, que me siento insuficiente, estorbo, estropicio, un pelo en la sopa. Es vertiginoso, escalofriante las vueltas que le doy a cada palabra, buscando siempre la belleza y la pulcritud. Muerdo mi labio inferior con ansias de algo mejor, escribo delicadamente, no vaya a romper el texto, la armonía. Mis pupilas dilatadas, a la caza de cualquier error insignificante, que a mí me lleva a una total humillación. Horas frente a las letras, mi vida, mi escape, mi arma afilada, mi amor eterno. 

lunes, 18 de abril de 2016

Carta.

Te echo de menos, me resulta tremendamente vulgar, mundano expresarlo así. Porque no se limita a echarte de menos, tu falta me desgarra creando en mí no solo tu ausencia, sino mi propia inexistencia, pues me llevaste contigo cuando te fuiste, sin darte cuenta. No te echo de menos, te muero, te insomnizo, te sueño despierta, te lloro rompiendo mi alma hasta el punto de no saber si aún me queda algún pedazo para volver a amar como lo hice, para volver a entregarme por completo, sintiéndome querida. Me muero literal y literariamente cada segundo que te pienso, que son todos. Marcas mi vida, si es que se le puede llamar así. Antes también llevabas tú el bastón de mando, pero me dabas la mismísima razón de vivir, ahora simplemente me mantengo latente por la mínima esperanza que albergo de que algún día te nazca echarme en falta, aunque esa ilusión se funde con mis lágrimas cada día que pasa sin saber de ti, pues me das motivos para arrugarla, romperla y arrojarla al cubo de la basura, al cubo de la basura celestial. No quiero reciclarte, no quiero a otra persona, deseo a la misma que me ofreció un pequeño mordisco de felicidad, y que se quedó conmigo para ver el efecto. No puedo perseguirte por la faz de este planeta, es finita, el camino es corto, y yo corro, pero es imposible competir con la distancia inquebrantable, infinita de la distancia que has puesto entre ambos corazones. Tampoco es incomprensible para mí que te hayas marchado, yo también lo haría si tuviese la ocasión. Lo imagino por unos instantes y provoca en mí un placer irrefrenable... Dejarme de la mano de Dios, abandonarme a una marea perdida para que me arrastre a las profundidades. No soy suficiente. 



miércoles, 13 de abril de 2016

Al margen.

Aislada, en una gran burbuja de cristal que todo lo refleja, todo lo ve, y todo lo graba. Cosida a ella, en su interior me encuentro, atada a la alienación de no saber lo que hay más allá, ajena a tanta emoción en constante movimiento. Desprendo chispas, cargadas de electricidad; no puedo tocarme a mí misma, no puedo rozarme, no puedo conocerme. Me limito a esperar un mundo mejor, esperar, las horas a veces efímeras pasan a mi lado de puntillas, dejando tras de sí un rastro de pesadez en mi rostro. Ojeras caídas, amargas y grises, como un cielo nublado coloreado recientemente a ras de mi mirada desesperada. Pestañas caídas en vano, sin cumplir deseo alguno, como hojas secas, marchitas, cayendo a la tierra, el final de sus vidas. Extraña, me reflejo en el cristal impoluto que me devuelve la desgarradora forma de mirar, mi alma filtrándose por esas pupilas negras que nunca se dilatan, ya no sienten, partidas por la mitad. Rotas, divididas, aguardan con paciencia borrar de ellas las imágenes que he vivido, todo lo visto. Aguardan una nueva vida. 



martes, 12 de abril de 2016

lunes, 11 de abril de 2016

Putrefacción.

Desamparada, lista para caer al hondo vacío que me observa penetrante cada día. Preparada para el más crudo fracaso, para estrellarme de frente contra mi realidad, en ocasiones distorsionada, sin yo quererlo. Arranco las fuerzas que se encuentran escondidas, incrustadas en lo más profundo de mí, perdidas en los pasadizos más recónditos de mi alma, de mi cuerpo, de mi constelación alunarada, de mi piel seca... A lo larga de mi lengua que sirve de trampolín a todos mis miedos, que nunca llegan a saltar, que nunca llegan a salir de mí. Siempre se quedan enredados en el nudo tan insoportable, indescifrable de mi garganta, que no me deja. Ahora únicamente me pregunto cuándo llegará el golpe final, intento mentalizarme, hacerme saber que todo saldrá mal, y que seré el moho verde y pestilente de cualquier alimento apetecible en sus buenos tiempos. Caduca, podrida.  


martes, 5 de abril de 2016

Bautizo.

Hoy os presento con suma delicadeza a un descubrimiento reciente, una persona real que ha irrumpido en mi vida para ser partícipe de ella. Es experimentada en temas prematuros, insegura en cuanto a sí misma y llena de sentimiento con los que quiere y lo que la llena. Con prontitud aprendió varias cosas por la fuerza, polvoriento tiene el corazón; pues está llena de presiones, expectativas, fracasos, e ilusiones.Intacta su sonrisa a veces surgida de las mismísimas cenizas... He aquí el ejemplo de fortaleza. Agradecida yo por el regalo cotidiano de su presencia, por el parpadeo continuo de sus ojos en ocasiones adormecidos, cansados, luchando contra el madrugar. En deuda me encuentro por este hallazgo tan oportuno y excepcional, que ni la suerte tiene la suerte de hallar en su camino. Por encontrar a un ser capaz de escuchar, (en estos tiempos), tales cosas. Capaz de sobrellevar determinadas circunstancias y dispuesta a ayudar; algo para mí imprescindible. Eres más de lo que imaginas. No te rindas sin dar pelea. Te quiero, quedas bautizada como Sensiblementefuerte. 

lunes, 4 de abril de 2016

Natural.

Mis huesos crujen. "Crak, crak"... simulando las pisadas sordas pero firmes en el fango, la hoja otoñal partida en dos, el mordisco salvaje al último cuscurro. Lo natural se nos escapa de las manos, nos puede, nos gobierna. Fascinante cómo la hormiga labora ordenada, compañera, sin dar lugar a la fatiga o a la vagancia. Cómo la mariposa asume su sino al pasar de gusano a poseedora de alas, que la llevan camino a la muerte. Luciérnagas, que siguen ese pálpito y ascienden hasta aquella luz artificial que las enamora y atrae, la bombilla; pudiendo escoger el camino oscuro. Qué azarosa y desgraciada la elección. Supervivencia para definir al pingüino. Un ave inútil, que ni vuela ni anda con soltura. Pero saca su instinto animal, para cuidarse, los unos a los otros, juntándose, y rotando para que los más pequeños nunca estén expuestos al frío. Interesante mencionar la especie humana. Nace para ser corrompida.