Hoy he despertado llorando, como otras tantas mañanas. Estaba convencida de que hoy no podría aguantar, de que esta noche ya no estaría aquí. Pero una vez más me he sorprendido a mi misma. El plan estaba trazado en mi cabeza, esta tarde iba a perder el control. Pero todo se ha arruinado cuando a medida que iba pasando la mañana, mi ánimo ascendía hasta llegar a un treinta por ciento. Algo que es mucho para mis costumbres. Con todo esto quiero deciros que no os rindáis, el mínimo detalle puede agrandar vuestro entusiasmo.
Sólo quiero atención, sentirme querida, sentirme salvada. Y no es egoísta, es que lo necesito, y lo pido porque es la última oportunidad que me estoy dando para permanecer aquí. Tanta es mi desesperación que pido un milagro como último recurso.
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