jueves, 17 de octubre de 2013

Soledad irónica.

Hoy, como prácticamente todos los días, me quedé sola en el recreo. No es que no tenga a nadie, sino que estoy mal y prefiero dejar las vidas ajenas como están, no contagiar mi tristeza. Soy alguien bastante singular. Me odio y me destruyo por ello, por no entenderme en ocasiones. Sentirme nada. Pero a la vez amo no haber caído en el deprimente mundo de lo artificial, de lo idéntico, de las repeticiones marcadas y obligadas. Amo de mi persona no haber tenido, ni ser una mente que fabrica crueles palabras sin medida, para matar poco a poco a las personas. Siendo o no consciente de ello, por desgracia. Me fascina irónicamente, me sorprende la ignorancia a la que es capaz de llegar un alma. La cerrada mente que poseen, que en realidad sólo son cuerpos en movimiento, como vivientes. Pero al mismo tiempo me siento realmente afortunada de que la vida, el destino, o como queráis llamarlo, me haya hecho conocer a personas que son todo lo contrario a lo dicho anteriormente. Sois especiales, fuertes, sabéis lo que es sufrir día a día, seguir. En la distancia o no, en lo físico o personal, os entenderé siempre, o al menos intentaré hacerlo. Estamos opuestamente colocados para que al encontrarnos, nos demos más valor. Ángeles repartidos estratégicamente por el planeta, por esta espesa bola de tierra, agua y carne. Para dar lecciones a los que se atrevan a escucharlas. Podéis sentiros perfecta y orgullosamente superiores en valores, conocimientos, saber estar simplemente para todo, y por tener ese toque, ese sufrir, esa dulce fragilidad y la anteposición del estado de los demás al vuestro. Lo merecéis todo. Después de esta eterna sequía, vendrán las grandes riquezas personales que merecéis. Os querréis, con mi ayuda lo haréis. 








































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