jueves, 17 de abril de 2014

Timón.

Hoy ando sin rumbo, desorientada, desconcertada, asustada, de todo, de mi porvenir, de mi pasado irreparable, de mi futuro indeseable. Y este es justamente el problema. Quiero ser feliz, quiero amarme, quiero gustarme, quiero notar mis huesos, quiero ser tan delgada que tenga miedo a romperme, quiero pesar menos de cuarenta y ocho kilos. No quiero tener depresión, ni impulsos nerviosos, ni ser obsesiva compulsiva, ni estar al borde de un trastorno de la personalidad. Ni quiero vomitar varias veces al día por necesidad y no por capricho. Quiero dejar de tomar pastillas para sentirme más calmada y estabilizar mi ánimo.Quiero abandonar la devastadora sensación de placer al sentir hambre, al sentir que mi estómago ruge, y grita por algo con lo que saciarse. Es interminable, siento que ya no se puede curar algo tan profundo como esta enfermedad tan compleja con tantas ramas que cortar. 


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