Dime algo que no sepa.
Retorno al primer día. Los días como un bucle, suavemente me esperan.
Para enlazar despacio tu cabello
en el aire un instante.
Y la leña que arde en tu figura,
traspasada de besos.
Con tu bufanda gris vas por el frío, conteniendo el invierno.
Regreso al cuenco frágil de tus manos,
y a la infinita queja que es vivir sin tu voz.
Apretujada frente a la luna, siento ahora el hechizo.
Si no te encuentro, será un aliento extraviado.
Nací, siendo sin mar sirena.
Extravié la rueca donde tejer los días,
en tu leve mirada, cuánta noche retenían tus párpados confusos.
Consumidos de luna repentina, dos palmeras gemelas tus pestañas.
Has emigrado a las estrellas y la lluvia se ha ido,
a clavar alfileres en tu pecho de piedra.
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