Necesito explotar y llorar y llorar y llorar y llorar y abrazar y abrazar y no salir de ahí.
Me siento sola, y esta noche he vuelto a querer morirme. Y no sé por qué, ya no sé nada.
Solo quiero escapar de mí, y ser otra y verme desde otra parte, de lejos, de fondo, sin saber quien es esa chica del pelo rojo que va por esa calle caminando.
Miro hacia atrás y no recuerdo ya ni cómo ni cuando empecé a estar así. Miro y creo que llevo más tiempo de vida estando mal que bien. Miro y ya no sé qué era ser yo. No me recuerdo.
"No permitas que el dolor, la tristeza, la soledad, el odio, la inseguridad, el resentimiento, los celos, el rencor, y todo lo que pueda sacar el brillo de tus ojos, destruya la pureza dentro de tu alma."
miércoles, 18 de abril de 2018
Querer.
Las vidas de los demás corren y corren a mi alrededor y siento la mía vacía.
No tengo los problemas de la gente de mi edad y eso no me calma, me inquieta y me asusta. Quiero hablar y hablar sobre problemas en la facultad, problemas con un chico que me guste, o con chicos que me gusten. Quiero hablar de la fiesta de ayer, quiero emborracharme sin miedo. Quiero salir y ponerme lo primero que encuentre sin sentirme gorda, sin sentir pena por los que me tienen que ver por la calle. Quiero improvisar, gritar, discutir sin argumentos, salir de casa y no volver.
Quiero hablar de lo que comí el otro día, de que comí como una gorda, o comer dulces delante de la gente. Quiero hacer todo lo que hacen los de mi edad, hablar como ellos.
Quiero ir de compras con mis amigas y no ir para no comprar nada. Quiero ir de compras y atreverme a entrar a los probadores, ver y que vean mi cuerpo. Que si algo no es mi talla voy a por otra y punto. Quiero ir a tomar algo y tomar algo.
Quiero decir que sí, que sí, que sí. Y no sentirme insuficiente. Quiero llegar tarde a las citas, olvidarme de algo, no regalar, que me regalen. Quiero dejar de dar por dar. Quiero no sentir que soy insuficiente y que si no doy no valgo nada.
Quiero que alguien de más, quiero sentirme querida.Quiero que alguien acuda a mí para hablar, que se confíe.
No quiero sentirme como me siento siempre. Parece que estoy mirándoles a través de un cristal, viendo todo lo que hacen todo lo que dicen, y siempre me parecen tonterías, siempre parece que los problemas graves son los míos. Quiero llorar por un examen, irme a comer sin discutirlo antes conmigo misma. Salir de fiesta sola y reírme de verdad. Quiero sentir mariposas o cuervos, prisas, caos, nervios, efervescencia. Quiero sentir que es mi momento, y necesito un salto, al vacío que estará lleno de algodón para que no duela. Quiero estar bien, estar para mí.
Quiero quedarme sola en casa y no sentirme feliz por poder hacerme daño sin control. Quiero quedarme sola en casa y cuidarme y disfrutarme.
Quiero abrir los ojos y vivir,, y tirar el bolso para siempre, y dejar el peso atrás, y no llevar medicación, y no ser lo que soy ni tener lo que tengo.
Quiero sentir dolor de tanto reír, quiero que no me ardan los ojos por las mañanas.
Quiero y quiero y quiero.
Me quiero tan poco y me da tanta vergüenza escribir esto... Soy diferente y debería alegrarme por ello. Pero estoy escribiendo deseando ser como los demás. Y yo me entiendo, pero no. Porque... ¿De verdad me quiero tan poco como para no valorar lo que soy y querer ser como todo el mundo? ¿Quiero no ser yo?
domingo, 8 de abril de 2018
Me viste nacer y crecer, me viste caer y ahí estabas tú, a la altura de mis ojos en el suelo, animándome a seguir. Me equivoqué y me equivoqué mucho, pero tú seguías caminando a mi lado, sin importar lo que hubiera hecho. Me lamías la cara al llorar y tus ojos, son los únicos que hasta ahora en mi vida han tenido el poder de decirme todo lo que necesitaba sin palabras.
Me contagiabas tu alegría corriendo de un lado a otro sin mirar atrás, nunca mirabas atrás. Admitías reproches y regaños aunque a veces no te los merecieras, te tragabas malas caras y aun así te sentabas a mi lado sin esperar nada a cambio.
Tuviste que ver cómo tu familia se rompía, y cómo tu hermana pequeña se hacía daño, y no podías hacer nada. Tuviste que ver tantas cosas...
Gracias por no dejarme nunca sola, por estar conmigo hasta tu último suspiro.
Me contagiabas tu alegría corriendo de un lado a otro sin mirar atrás, nunca mirabas atrás. Admitías reproches y regaños aunque a veces no te los merecieras, te tragabas malas caras y aun así te sentabas a mi lado sin esperar nada a cambio.
Tuviste que ver cómo tu familia se rompía, y cómo tu hermana pequeña se hacía daño, y no podías hacer nada. Tuviste que ver tantas cosas...
Gracias por no dejarme nunca sola, por estar conmigo hasta tu último suspiro.
Espera.
Muchas veces me quedo mirando a la nada, sintiéndome vacía por dentro, totalmente apática y desinteresada por lo que pasa a mi alrededor. Ahí es cuando me doy cuenta de que quiero despedirme de todo.
Quiero decirle adiós a los portazos, a las miradas, a las pisadas por las calles, al hablar, al sonreír, al llorar, al dormir, al meterme en la cama y hacer como que no existo. Quiero despedirme del cielo, del sol y de la luna, de mi cuerpo, de las personas, del despertar, del comer, de llegar a casa y sentirme desprotegida, de salir y sentirme protegida.
Quiero decir adiós a las creencias, las iglesias, las escuelas, el barullo, el silencio, la nostalgia, la incertidumbre, los olores, las flores, el agua, los mares, la tierra, los suspiros.
No sé a qué estoy esperando para dejar de esperar.
No sé a qué estoy esperando para dejar de sentir.
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