¿Sabes de esas veces que tienes tanto que decir y no te sale
nada porque quieres hacerlo bien? A mí me está pasando.
Creo que lo más difícil de escribir es hacerlo para otra
persona, porque tienes la necesidad de agradar. Yo sólo quiero darte las
gracias por ser como eres, por toparte conmigo en la vida y dejarme conocerte.
Aunque no lo parezca me has enseñado mucho. Gracias a ti sé que se puede
sobrevivir en medio de un desastre sin necesidad de padecer una ansiedad
severa. Me has enseñado a relativizar y a reírme de pequeñas cosas. A creer un
poco en la suerte que me ha llevado hasta ti, y a cambiar mi idea errónea de que
“los lados opuestos se atraen” (No me lo creía). He encontrado un tesoro en ti.
Hay muy poca gente con la que puedas hablar de todo, estar de acuerdo o no,
quererse sin más y sin querer nada a cambio.
Le das autenticidad, valía y vida a mis días, y te juro que tu
sonrisa es la más bonita del mundo, me llena y me contagia. Me encanta todo de
ti, me da rabia no habernos conocido antes, pero supongo que si ha sido así
será por algo (no porque Dios quiera).
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