La voz me hablaba y yo temblaba. La llama temblaba o yo le hablaba. Un sinvivir recorría mi cuerpo, mis entrañas arañadas se desmembraban como hilos de calabaza. El ambiente cargado de tu olor, saturaba mis sentidos. Un bloque de niebla trataba de aterrizar sobre mi cabeza.
Mis manos se contraen, mis muslos gritan, mis pies se estiran, patalean y renuncian a mí. Me entrego a ti y cabalgo entre tus curvas que me acogen sin pudor. Sudas y creo que es lluvia. Sudas y estoy sedienta.
Se posan tus labios en mi nuca, pasea tu lengua por mi espalda, contando vértebras estupefactas.
Doy vueltas, giro, giro, giro... Paro. Mis ojos renuncian al color. Mis ojos casi salen de sus órbitas. Mi pecho en tensión. Rasgo las sábanas.
Suspiro.
"No permitas que el dolor, la tristeza, la soledad, el odio, la inseguridad, el resentimiento, los celos, el rencor, y todo lo que pueda sacar el brillo de tus ojos, destruya la pureza dentro de tu alma."
miércoles, 22 de noviembre de 2017
domingo, 19 de noviembre de 2017
¿Por qué te fuiste?
Valorar, amar, releer, comer, dormir, caminar, escribir, engullir, escabullir, encerrar, ocultar, amoldar, recibir, dar, permitir, despertar, apartar, arrastrar, observar, actuar, deletrear, enamorar, revivir.
Todo eres tú.
Un piano a merced de tus manos.
Un libro sobre tu pecho.
Unos ojos entreabiertos.
Un dolor inusual.
Una almohada deprimida.
Cuatro paredes sordas.
Una silla coja.
Unas cortinas bailando, un reloj dictador.
Una cama malnutrida, un plato roto.
Una puerta desencajada, unos labios desgastados.
Una rosa enamorada.
Unos pasos inseguros, huellas en la mar.
Una mariposa aleteando.
Dos cuerpos enredados.
¿Por qué te fuiste?
Todo eres tú.
Un piano a merced de tus manos.
Un libro sobre tu pecho.
Unos ojos entreabiertos.
Un dolor inusual.
Una almohada deprimida.
Cuatro paredes sordas.
Una silla coja.
Unas cortinas bailando, un reloj dictador.
Una cama malnutrida, un plato roto.
Una puerta desencajada, unos labios desgastados.
Una rosa enamorada.
Unos pasos inseguros, huellas en la mar.
Una mariposa aleteando.
Dos cuerpos enredados.
¿Por qué te fuiste?
Gran día.
¿Sabes de esas veces que tienes tanto que decir y no te sale
nada porque quieres hacerlo bien? A mí me está pasando.
Creo que lo más difícil de escribir es hacerlo para otra
persona, porque tienes la necesidad de agradar. Yo sólo quiero darte las
gracias por ser como eres, por toparte conmigo en la vida y dejarme conocerte.
Aunque no lo parezca me has enseñado mucho. Gracias a ti sé que se puede
sobrevivir en medio de un desastre sin necesidad de padecer una ansiedad
severa. Me has enseñado a relativizar y a reírme de pequeñas cosas. A creer un
poco en la suerte que me ha llevado hasta ti, y a cambiar mi idea errónea de que
“los lados opuestos se atraen” (No me lo creía). He encontrado un tesoro en ti.
Hay muy poca gente con la que puedas hablar de todo, estar de acuerdo o no,
quererse sin más y sin querer nada a cambio.
Le das autenticidad, valía y vida a mis días, y te juro que tu
sonrisa es la más bonita del mundo, me llena y me contagia. Me encanta todo de
ti, me da rabia no habernos conocido antes, pero supongo que si ha sido así
será por algo (no porque Dios quiera).
jueves, 16 de noviembre de 2017
Un poco de viento.
Hay días en los que la tristeza abraza tan fuerte, que ahoga. Para mí la tristeza es como una fina tela que nunca se rompe, que nunca me deja ver con claridad. Siempre está ahí, sin motivo alguno, y es algo de lo que nunca puedo escapar.
Me da rabia sentir que mi vida va hacia delante y que para mi tristeza no sea suficiente. Que no se vaya. A veces la agarro con fuerza, la arrastro, la escondo, finjo, pero ella siempre me atrapa, me absorbe, me remueve.
Tan remoto es el amor que me tengo, que ni lo veo. No veo salida.
Escribo y siento que no hay nada más allá.
Este año de estudios me está siendo muy complicado. No creo en mí. Siempre he pensado que lo único que hago bien en el mundo es estudiar. Soy una mala hija, mala amiga, mala persona, mala vida. Y siento que al menos, si estudio y consigo a duras penas sacarme las cosas, no seré una total fracasada; aunque tantas veces me devore la idea de dormir en las frías calles en un futuro. Me creo inútil, inservible, vibro en una oscuridad que ni me siente, que ni me arropa, que ya no gime de dolor ante mi mirada indiferente.
Estoy yendo a terapia, pero muchas veces pienso que los pobres especialistas se volverán locos conmigo, que no tengo arreglo, que soy para ellos una paciente infinita que nunca llega a su meta.
Hace unos meses empecé a vivir con unas compañeras nuevas de piso. Me hacen bien, me alegran muchos momentos del día en los que yo sin duda alguna estaría hecha pedazos. Pero siento que no soy suficiente, que me odian, que piensan que estoy enferma, loca, trastornada, que soy basura, que sus sonrisas, sus abrazos, son fruto único y exclusivo de la pena.
A veces cuando estoy caminando en la calle siento un gran deseo de ponerme en medio de la carretera y morir. A veces imagino situaciones en las que un atracador viene a mi clase de la universidad, dice que va a matar a alguien, y yo me ofrezco sin esfuerzo alguno. A veces pensarme muerta me hace feliz, me tranquiliza, me socorre. A veces pienso en cómo mi vida se resume a una pastilla. A veces me tengo miedo.
Gracias por leerme. Necesitaba desahogarme.
Me da rabia sentir que mi vida va hacia delante y que para mi tristeza no sea suficiente. Que no se vaya. A veces la agarro con fuerza, la arrastro, la escondo, finjo, pero ella siempre me atrapa, me absorbe, me remueve.
Tan remoto es el amor que me tengo, que ni lo veo. No veo salida.
Escribo y siento que no hay nada más allá.
Este año de estudios me está siendo muy complicado. No creo en mí. Siempre he pensado que lo único que hago bien en el mundo es estudiar. Soy una mala hija, mala amiga, mala persona, mala vida. Y siento que al menos, si estudio y consigo a duras penas sacarme las cosas, no seré una total fracasada; aunque tantas veces me devore la idea de dormir en las frías calles en un futuro. Me creo inútil, inservible, vibro en una oscuridad que ni me siente, que ni me arropa, que ya no gime de dolor ante mi mirada indiferente.
Estoy yendo a terapia, pero muchas veces pienso que los pobres especialistas se volverán locos conmigo, que no tengo arreglo, que soy para ellos una paciente infinita que nunca llega a su meta.
Hace unos meses empecé a vivir con unas compañeras nuevas de piso. Me hacen bien, me alegran muchos momentos del día en los que yo sin duda alguna estaría hecha pedazos. Pero siento que no soy suficiente, que me odian, que piensan que estoy enferma, loca, trastornada, que soy basura, que sus sonrisas, sus abrazos, son fruto único y exclusivo de la pena.
A veces cuando estoy caminando en la calle siento un gran deseo de ponerme en medio de la carretera y morir. A veces imagino situaciones en las que un atracador viene a mi clase de la universidad, dice que va a matar a alguien, y yo me ofrezco sin esfuerzo alguno. A veces pensarme muerta me hace feliz, me tranquiliza, me socorre. A veces pienso en cómo mi vida se resume a una pastilla. A veces me tengo miedo.
Gracias por leerme. Necesitaba desahogarme.
viernes, 10 de noviembre de 2017
Gracias.
Las arrugas montañosas del planeta rompen la limpieza del horizonte, el sol poniente acaricia nuestras espaldas, anaranjado, moribundo. Nubes bajas rasgan el cielo. Yo, en este instante de movimiento continuo, en este coche granate corazón, me siento cómoda, como en casa y afortunada porque la vida me regale estos momentos insignificantes con personas tan "es un lujo coincidir contigo en la vida". Considero este, el mejor instante del día de hoy.
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