domingo, 29 de mayo de 2016

Niebla.

La niebla a mi alrededor hace imposible el camino. La visibilidad es nula, y no hay nadie que tome mi mano. Estoy perdida, y estarlo acompañada sería un consuelo, no sería estar tan perdida. Duele el propio bao de mis pesados suspiros, mi interior gime al viento cortante, aúlla como un lobo a la intemperie, buscando a sus cachorros a la luz de la luna. Camino mirando al cielo, a la inmensidad llena de nubes de algodón de tonos cambiantes. Adivino la realidad que se esconde tras cada forma, la interpreto... ¿Qué sería de mí sin subjetividad? Nada de lo que aquí escribo es objetivo para nadie, ni para mí misma, que trato de sacar algo en claro del cúmulo de sentimientos que padezco. Veo la punta del iceberg a lo lejos, y me doy cuenta de que se derrite poco a poco, llegará un día en que ni yo misma sepa lo que me ocurre. Vago errante por la tierra mojada, pero no huele a lluvia, es sal y amargura, agua negra que emana de mi ser. Camino buscando algo que me llene, anhelo sentirme segura, protegida, sentir ilusión, sentirme querida. Deseo que alguien me trate con delicadeza, como si de un pétalo de amapola hablara, aun sabiendo que nada me rompe, que soy sensiblementefuerte.



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