Me siento vacía, condensada en un nada. Me siento irrompible, inquebrantable; pues soy el mismísimo viento que a veces llora, a veces canta, y en ocasiones arrastra todo lo que encuentra a su paso. Pero viento, impensable, incomprensible, molesto, impalpable. Me voy filtrando poco a poco, en los huesos de quien se confía a la nada por unos instantes... Tormentoso error, que percibimos cuando ya es tarde. Soy exactamente eso. Tardía, perdida, indeseable. La señora sombría y sus hijas sombras, se instalaron en mis entrañas, y dicen que no desean salir por un tiempo considerable. Yo, indefensa, ignorante de mí, pensé que sólo se alojarían por unos días...Y llevan años sin darme tregua alguna.
No es difícil de observar que las llevo dentro, si uno se detiene decidido a descubrir. Se manifiestan en mis párpados caídos, en la mirada esquiva, en mi voz fingida. Se dejan ver en los rugidos de mis tripas, incansables, indomables, insaciables.Somos el polvo del viento.
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