Lo inexplicable de una fuerza interior que incita a llorar, a exprimir lo amargo de nuestro ser. La línea curva que nuestros labios trazan de manera descendente, dando a conocer nuestra tristeza. El insoportable nudo en la garganta representada en una mirada perdida. La destreza que algunos poseen para maquillar todo esto con un puñado de buenas palabras o una sonrisa terriblemente fingida.
La debilidad de nuestra soledad interior, el no saber hacia dónde ir, queriendo la nada misma.
A veces hay que tener en cuenta que sentirse perdido, puede ser un perfecto sinónimo de sentirse incompleto.
Acariciamos cuerpos, pero nos quedamos simplemente en eso.
Afortunados los que en sus entrañas lleven el arte de curar las almas, de fundirse, sanar con un abrazo, una mirada. La complicidad en su aspecto más íntimo, valioso, e indescriptible. Pues en esto consiste el arte, no limitarse a lo físico, ir más allá.
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