Me abruma la simple idea de pensar que no hallo la forma de predecir cuándo la presión en mi pecho aparecerá, y con ello evitarla. No encuentro fuerza para combatir tal debilidad, que me hace sentir vacía, frágil, expuesta a la inmundicia, a este mundo lleno de amenazas disfrazadas que nos engañan cada día. Me siento, expuesta a algo que no sé de lo que va, algo ajeno a mi ser.
Confío en que en el plazo de dos horas esta sensación se suavice y se pase en mí, como tantas veces, lo llamaré haberlo superado.
Me complace decir que a partir de ahora no estaré sola aquí, alguien más sacará a la luz todo lo que tiene que enseñar o simplemente todo lo que quiere expresar.
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