Me alegraría sobre manera que observarais la fortaleza extrema de aquellas personas humilladas día a día, que se sienten pequeñas y se odian por dentro, inseguras por miedo a que todo salga mal. Que se levantan cada mañana con el mismo pensamiento ahí arriba... "Otro día más". Y la dolorosa pregunta de siempre... "¿Tengo que salir de la cama?". Lo malo es que no hay nadie ahí para ellas. Se sienten solas, pero de vez en cuando miran lo que llevan a sus espaldas, y eso les da fuerza y ánimo para unas horas más. Porque en verdad ya se rindieron una vez, porque en verdad ya están cansadas, de todo o de nada, no lo saben, están en un estado ¿indiferente? Porque solo quieren sentirse queridas por una vez, valoradas, especiales. Podemos hacer que esto ocurra. Cada ser depende de otro, no somos nada sin nadie, dependemos del cariño porque el humano no está echo para la soledad. Es así. Tal vez por la existencia del simple sentir.
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