A pesar de ser el más pequeño, el menos indicado, el más dañado, el diferente, embustero. Febrero nunca llora. Sigue siendo fuerte. Sigue persiguiendo sus metas, sigue valiendo por dos; sigue viviendo.
Tiene el poder de amar. Sabe a té caliente. Amarga es su corteza, irrefrenable todo él. Humaniza. Rompe normas.
Subjetivo, luchador, valiente de historias calladas. Usado, antiguo, vivido, invisible. Posee la magia del frío del invierno y una ecuación causante de simbólicas figuras. Suaves rayos de sol acarician a cada hoja seca.
Vale por dos. Vale por los que le conocieron y ya no. Tiene carácter, es huracán. Le sobran días para derramar su esencia.
Adivina quién es febrero.
Te quiero.
(Sigue leyendo en la segunda entrada).
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