martes, 7 de octubre de 2014

Vértigo.

Exprimo cada gota de mi sufrir para no dejar rastro de pesar en mis pupilas, para que no quepa la sospecha de un mínimo de tristeza en mí, por las personas que me viven cada día. Es duro saberme de este modo, notar el vértigo que sienten cada uno de mis pensamientos, cada miedo, al entrar en mí, al caer en un vacío tan extremo que intocable, impalpable a mis dedos parece su fondo. 
Una exquisitez incurable es el saber escribir de lo sucedido, de lo que nos ha hecho fuertes sin perder nuestra ternura, sin perder la humanidad que es la que nos mantiene con vida. 
La calidad de vida es la calidad de la persona. Lo que cuida, lo que ama, lo que mima, lo que da sin ansia del veneno de recibir. La gratitud está en el bienestar de lo ajeno, pobres los que no entendáis. Aunque no quiero decir con esto que seáis pobres de mente, puede que no entendáis muchos conceptos al primer vuelo, pero... paraos, leed otra vez, y pensad. Podéis modelar, nadie aquí os impone significados ni opiniones, aquí reina la interpretación.



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