Creo que tengo tal saturación de pensamientos y sensaciones en mi cabeza, que no sé por donde empezar, ni siquiera qué escribir. Y esto último me preocupa. Mis oídos internos se han cerrado al mundo, he perdido más partes de mí. Siento que no soy suficiente, que es tanto mi dolor, que nunca saldré de él. No me toman en serio los que deberían hacerlo más que nadie. Mi familia de sangre. Cada vez me veo peor física y anímicamente, y debo decir, que pienso que no saldré de esta. No voy a permitir que nadie a mi alrededor sufra por mí, así que pienso que en ocasiones soy un gran estorbo. A veces, miento. Casi todos los días, pienso en cómo estarían los demás sin mi presencia, pero a la vez sé, que debo demostrar que puedo, a todos aquellos que me dañan día a día. Es algo que me sobrepasa de una manera escalofriante, muchos no me entienden, pero doy gracias a ello. He prometido a varias personas que no voy a rendirme y que nunca las dejaré solas, por eso estoy aquí. A veces me arrepiento de haber prometido eso, porque me siento mal únicamente por fallarlas si me voy. Y eso me frena de alguna manera. Cada día mis lágrimas quieren salir, pero no sé de qué sirve, si nunca me hacen sentir mejor. Hace mucho que no me siento segura. Quiero estar sola, quiero irme, quiero morir. Pero más que nada quiero que alguien me abrace por horas, sin preguntas ni palabras, quiero que alguien me de cariño sin esperar nada. Quiero que alguien acaricie la zona de mis cortes y me asegure con ternura, que nunca se irá de mi lado. Necesito sentirme querida.
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