Ella te puede matar con su sonrisa,
ella puede herirte con sus ojos.
Ella puede arruinar tu fe con mentiras casuales,
y solo revelará lo que quiere que tú veas.
Ella te puede conducir al amor,
ella puede tomarte o dejarte,
ella puede preguntarte por la verdad,
pero ella nunca te creerá.
Y ella tomará todo lo que le ofrezcas, siempre y cuando sin condiciones.
Ella roba como un ladrón.
Ella cuida de sí misma,
ella puede esperar si así lo desea,
ella nunca se agota, nunca cede, simplemente cambia de parecer.
Ella te prometerá más,
que el jardín del Edén.
Y luego, sin importarle te cortará,
y se reirá mientras te desangras.
Pero ella puede sacar lo mejor y lo peor de tu ser,
échate toda la culpa a ti porque ella simplemente así.
Es frecuentemente tierna, y de repente cruel.
Ella hace lo que quiere, no es de nadie.
No puede ser condenada, se ganó su lugar,
y lo que máximo que hará es lanzar sombras hacia ti.
"No permitas que el dolor, la tristeza, la soledad, el odio, la inseguridad, el resentimiento, los celos, el rencor, y todo lo que pueda sacar el brillo de tus ojos, destruya la pureza dentro de tu alma."
domingo, 28 de octubre de 2018
sábado, 27 de octubre de 2018
Hoy me he despertado y las ganas de escribir y vomitar un poco todo, me han ganado. Me estoy cuestionando muchas cosas. No sé para qué sirve muchas cosas de las que hago, siento que todo es inútil y que no valdré. Me siento como desamparada en muchos aspectos, sin ese apoyo específico que muchas veces necesito, esa seguridad. Últimamente estoy haciendo cambios bruscos en cuanto a mi alimentación y me da miedo. No sé si voy a poder controlar la situación, y me frustra. Siento que soy un problema para todos, una carga que no hay porqué soportar.
Muchas veces no sé cómo calmarme cuando todo se me viene encima, y me creo la peor persona del mundo. Me siento siempre diferente y estoy harta de eso. Siempre creo que no voy a poder hacer las cosas, que no soy suficiente para nada ni nadie, y quiero poder morir un poco. No me gusta ser como soy, me gustaría ser normal y tener una vida más normal, sin muchas de las preocupaciones que tengo. A veces me ahogan tanto que me olvido de cómo respirar. Me parto en mil cada día y me reconstruyo para el siguiente.
Muchas veces no sé cómo calmarme cuando todo se me viene encima, y me creo la peor persona del mundo. Me siento siempre diferente y estoy harta de eso. Siempre creo que no voy a poder hacer las cosas, que no soy suficiente para nada ni nadie, y quiero poder morir un poco. No me gusta ser como soy, me gustaría ser normal y tener una vida más normal, sin muchas de las preocupaciones que tengo. A veces me ahogan tanto que me olvido de cómo respirar. Me parto en mil cada día y me reconstruyo para el siguiente.
viernes, 12 de octubre de 2018
Te recuerdo.
Me he querido morir. He intentado matarme. He estado
consumida literalmente. He dejado de comer y he querido que hasta mis huesos
desaparecieran. Me quería tan poco, que quería borrarme por completo. Lo peor
es que lo único que me frenaba para no morir era el sufrimiento de los demás,
nunca el mío propio. He estado completamente sola. Me he luchado, me he herido,
he visto mi sangre y me he sentido feliz. Me he dañado, me he lamido las
heridas, pero nunca me pido perdón. Nunca paran los pensamientos. Nunca paro de
cuestionarme por qué sigo aquí. Me miraban como a una causa perdida, me
mandaban mucha medicación y nunca olvidaré cuando guardaba las pastillas para
un día, tomarme cincuenta de golpe. Ese día, todas las miradas iban hacia mí.
Fue lo más cerca que he estado del infierno.
Recuerdo muchos golpes. No quiero volver a ser una niña porque
no quiero volver a vivir lo que viví.
Y esta noche me acuerdo mucho de él.
Tenía depresión como yo. Cuando él estaba mal, me llamaba, yo salía a la puerta
de casa y ahí estaba, esperando en su coche. Yo me subía y nos íbamos a las
afueras, donde no había nadie. Y nos quedábamos horas hablando en su coche, de
nosotros, de lo que nos pasaba, de que nos queríamos morir, de que no podíamos
más. Una mañana de enero me dijeron que se había suicidado la noche anterior.
No lloré. Al principio no lloré. No creo que estuviera en shock. Sentí de todo
cuando me lo dijeron. Sentí miedo, sentí envidia porque podría haber sido yo.
Sentí mucha rabia, porque no me dijo absolutamente nada. Esa noche no me pidió
ayuda. Y esa noche me dejó, y juro que yo sabía que me suicidaría después.
Cuando vi su cuerpo, su cara en el tanatorio. Cuando me paré frente a él, no
lloré. Estuve contemplando su cara mucho tiempo. No podía pensar. Salí del
tanatorio cuando se llevaban el ataúd. Yo estaba en la acera y vi a la gente
caminar, vi a los coches moverse, vi a los pájaros volar, vi a los niños
sonreír, vi a mi familia hablar, lo vi todo, todo en movimiento todo viviendo
como si no pasara nada. Todos decían que había sido un cobarde y a mí me ardía
el alma por dentro porque yo entendía a ese cobarde. Exploté, lloré como nunca.
Lloré y nunca habré deseado tanto una última conversación.
No le pido volver. Solo me faltará siempre una despedida.
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