lunes, 5 de enero de 2015

Hasta pronto

Tenía que despedirme de este espacio el día cinco. Por muchos motivos. El día cinco lo creé, el día cinco yo lo dejo, dejo esto de lo que esto tan orgullosa, para cedérselo a alguien en quien confío plenamente, le confío plenamente mi vida y el poder de compartir aquí la suya porque sé que es una gran terapia. Y el número cinco, mi adorado número cinco, cinco los dedos con los que escribo, cinco mis sentidos, cinco los miembros de mi familia rota, cinco el billete más pequeño de euro, cinco la salvación que esperan los estudiantes con problemas, y cinco, mi número favorito.
Aquí he soltado como si de pájaros al vuelo hablara, todos mis miedos, cada padecer sentido en mi niñez, cada pensamiento, cada pesar y cada sentir llevado al extremo. Cada nudo que con fuerza y garras he retenido como una fiera para evitar que nadie viera salir ni una maldita gota de mis ojos. Haciendo fuerza con mi mandíbula para callar tantas cosas, acariciando a tantos desfavorecidos, maldiciendo el mundo y a la falta de humanidad. Mirando sin vergüenza las miradas de las personas hacia mí, cuando reparan en que soy diferente y no saben en qué.  Tantas veces he dicho que no recordaba algo bueno en el colegio, que no recordaba algo normal en mí como niña. No sé lo que va a pasar, pero voy a salir de mi problema tarde o temprano.
Su sonrisa, una niña que me da la vida o la muerte dependiendo de ella. Tiene tantas formas de sonreír... Pero yo me quedo con la sonrisa relajada, enérgica, sin planear, con los ojitos alocados, esa es cuando está verdaderamente cómoda con la situación y quiere parar el tiempo. Esta es la más duradera, las otras son más fugaces y hasta aprieta los labios como de mezcla de emociones en el momento, esa también tiene su toque. Cuando la conocí, cada noche tenía miedo, una crisis, algo, fue saliendo poco a poco, y lo hará sin duda esta vez, podemos perfectamente, todo lo que lleva dentro es ternura, paz, deseos de atención, de cariño, de soledad sin sentirse sola, de que la cuiden, que la levanten cada día, humanidad, valor y valores, fuerza y valentía, inseguridad que se cura con tiempo y palabras. Su envoltura se desarma con solo profundizar y dejar que ella profundice en ti, es algo mutuo.  Pero el truco está en no dejarla, no permitir que se quede sin sus buenos días, sin sus preguntas para ver cómo se encuentra, sin sus buenas noches, sin indicaciones para que sepa que con unas teclas tiene ayuda si la necesita, o simplemente por capricho.
Aina, le he dicho que le regalo este espacio, pero es al revés, os regalo a Aina.  Puedo prometer muchas cosas, pero pase lo que pase nunca voy a disminuir mi querer hacia ella. Me ha enseñado a calmarme, a no hacerme daño, a no llevar a cabo mis malos pensamientos, a ni tenerlos por mucho tiempo, a aumentar mi comida aunque no sea suficiente, pero a aumentarla en gran medida, y que se quede en mí. Me ha enseñado a decirme que me quiero, sin miedo, y a saber que puedo llorar con ella. No puedo imaginar una vida sin ella, por eso no puedo meterla en algo que no esté conmigo. Me lo ha dado todo, y yo lo doy todo por ver sus ojitos mirándome atentos, por sentir sus caricias llenas de amor.
Estoy muy segura de que te esperan cosas que realmente mereces, cosas increíbles, que hagan brillar tus ojos, y estoy segura de que nos veremos antes de lo que crees. Tenerte conmigo es lo mejor que le puede pasar a cualquiera en la vida, y pase lo que pase estaré para ti. Haces que todo esto merezca mucho la pena.
Te doy un beso en cada ojo, una caricia en tus manos de propietaria de esto, y adelante, pero adelante con todo, fuera de casa, fuera de ti, lucha y sé quien quieras ser, enseña lo que saber, defiende lo que creas, y no te sientas sola, mi niña.
Hasta pronto, Sensiblementefuertes.

Entre lágrimas todo sabe diferente

Recuerdo el día en que te conocí. Hace exactamente un año y tres semanas. Doy gracias a quién me hizo conocerte. Y nos doy gracias, a nosotras, Cristina, y yo, Aina, de querer seguir juntas. Contigo me he sentido libre. Recuerdo las llamadas con lágrimas en la cara de las dos, pero sin poder verlas, alejada de ti, quilómetros nos separan siempre, menos los cuatro díad y media mañana, que nos separaban centímetros. Recuerdo decirte las palabras que nunca le he dicho a nadie, palabras que nunca he sentido por nadie más. Recuerdo ver tu sonrisa por primera vez. Y recuerdo no dormir por ti, ni tu por mi. Esas noches, en las que tenías miedo, y en verdad es que tu miedo y tus llantos me daban seguridad para salvarte. Recuerdo darte lo más preciado para mí, oncluso mi primera camiseta de fútbol que mi padre me regaló cuando cumplí 13 años con mi aprllido y el número 1. Siempre me decías que algún día nos veríamos e irías a mis partidos con una camiseta hecha por ti, animándome como si nada importara. Supongo que al dejar lo que en teoría me apasionaba, fue un golpe duro para mi, no solo por no seguir haciendo la rutina, jugar al deporte que mejor se daba, sino por saber que ya no podrías verme jugar. 
No me arrepiento de nada de lo que he hecho por ti, y nunca voy a hacerlo. Aún recuerdo tus labios, disfrazados con el color rojo, ese que nos gusta tanto y decirme "te amo" mirándome a los ojos y regalándole una sonrisa a mi mirada. He sido muchas cosas contigo, cruel, cariñosa... pero lo que más me gusta es ser libre y eterna junto a ti. Cuando fumamos esos petas en esa playa, podíamos volar... y ese tercer peta en Barcelona, cuando un seńor se nos puso al lado a contarnos su vida. Defendiste lo tuyo, y probablemente no te dije lo que querías escuchar, supongo que debería ir un poco ciega, pero estuve y estoy muy orgullosa de cómo le dejaste sin argumentos, como hacea muchas veces con las personas, menos conmigo. A tu lado el mundo parece más humano, parece incluso mejor de lo que puede ser si lo apreciamos.
No quiero ninguna despedida, porque no quiero echarte de menos. Supongo que tu frase tiene sentido, todo es efímero. Menos el sentimiento de apreciarte, admirarte, quererte y respetarte por como eres. Eso no es efímero, creeme. No quiero que llores más por mi, lloraré por las dos si hace falta. Pero tu carita de campeona no debe llorar. Y menos por mí. Perdón por ser tan cruel y tan directa, pero que sepas que era una falsa alarma. Nunca voy a irme de tu lado. Lo prometí.

ATT: Aina, quién ha luchado por salvarte siempre.