Quería escribir sobre esto hace unos días, pero no terminaba de atreverme. Hablaré por mí misma, pero también por las personas que como yo, tengan un trastorno mental. En mi caso, tengo ciclotimia, y un trastorno de alimentación.
Esta situación no debería ser para mí del todo dura. Prácticamente estoy siempre sola, no socializo mucho y vivo sola, vivo con mis constantes cambios anímicos bruscos, y con el falso control alimentario que siempre me tortura y nunca deja mi mente. Mi problema no es estar confinada en casa, sin salir durante semanas, pues eso ya lo hago siempre. Mi problema es que estoy obligada a convivir con otras personas, amoldarme, dejarme ver, comidas comunes, convivencia común.
Estas semanas están siendo aterradoras y no paro de luchar contra la idea de acabar conmigo. Estas semanas y no sé por cuánto tiempo más, los servicios psiquiátricos y psicológicos de los que disfruto semanalmente, no están ahí, tengo que lidiar contra todo ello yo sola, y cada noche en la que no duermo, y cada mañana al despertarme con el deseo de no salir de la cama en todo el día, son para mí un reto solitario al que tengo que enfrentarme.
Pero sin duda, lo más duro a lo que me enfrento, es a mi trastorno alimentario. Tengo cita a finales de este mes en el hospital, en una unidad de trastornos de la alimentación, para ponerle fecha a mi ingreso en verano. Voy a ingresar muerta de miedo, pero sabiendo que es lo más valiente que he hecho hasta ahora, enfrentarme a mí y dar un paso firme para recuperarme de lo que lleva siendo muchos años un infierno. Anorexia. Me paso días enteros sin comer, o días en los que hago solo una comida, me fuerzo a hacer ejercicio que no me gusta solo para quemar calorías, de forma obsesiva. Tener un buen día o no, depende del peso que marque la báscula cada día. Si el número sube, aunque sean 100 gramos, ya tengo ganas de morir, y no puedo controlarlo, juro que no, y ojalá pudiera. Todo esto, lo echo todo a perder con días contrarios. Hay otros días en los que me doy atracones, tanto que he llegado a cuestionarme si lo que tendré es bulimia. Hay días que me doy dos atracones y vomito tres veces. No paro de vomitar, de destrozarme la garganta, el estómago. De vomitar sangre. Y después de estos días, vienen días de luto, de culpa extrema, de volver a ayunar y a matarme de hambre, y vuelta otra vez, y no paro de pensar en comida, y en mi maldito cuerpo, y me castigo, y se me escapa de mi control, y no puedo sola. Por eso, creo que la cruda decisión de ingresarme es la más inteligente que he tomado nunca, y me muero de miedo, pero más miedo me daría el saber que soy una cobarde y no me atrevo a tratarme, por ahí no paso. Tengo derecho, tenemos derecho a un tratamiento, a pedir ayuda cuando nosotras mismas no tenemos ningún control sobre la enfermedad.
Por eso en estos días, hago "llamamiento": Hace muchísimo daño ver en las redes este boom del ejercicio físico en cuarentena, y con ello no estoy diciendo que no esté de acuerdo, o que vaya en contra, todo lo contrario, con decirlo solo pretendo expresarme, porque necesito sacar lo que me hace daño, aunque sean cosas normales o sanas para los demás. Me duelen también muchísimo comentarios como "vamos a engordar esta cuarentena". Me pone mucha presión y hace que no quiera comer. Aunque sé que son comentarios totalmente inocentes. Se me hace duro vivir con todo esto y tener que aguantar este tiempo hasta que me ingresen, no veo la hora. Pido comprensión, empatía. Espero haber hecho pensar a alguien, o al menos acercar un poco más esta problemática tan desconocida a la gente. Los hospitales están saturados, y muchas personas en riesgo, en riesgo grave, con trastornos mentales, están dejadas y descuidadas hasta nueva orden. Por esto, solo pido que si necesitáis hablar, estoy aquí. Y que si conocéis a alguien con cualquier problema, por favor, escribirles estos días, hacerles saber simplemente que os acordáis de su existencia. Un detalle así puede ser vital para alguien o al menos, aportarle algo de fuerza.