Cuando tenía anorexia soñaba continuamente con comida. Soñaba mucho conmigo misma comiendo salvajemente sobre mesas alargadas repletas de comida. Comía de cuclillas sobre la mesa, desnuda, con las manos, y con la mirada de una fiera.
Cuando empecé a medicarme, soñaba mucho con mi muerte. Siempre de la misma forma, me veía a mí misma bajo tierra. Abría los ojos y estaba dentro de un ataúd, y no hacía intento alguno por salir de ahí.
Cuando estuve enamorada no recordaba absolutamente nada de lo que soñaba.
Cuando me diagnosticaron depresión, solo lloraba por las noches, lloraba hasta en sueños.
Cuando me diagnosticaron trastorno bipolar, tenía tras de mí un historial de diagnósticos tan largo...que mi sueño apenas se vio afectado. Aunque para esa época, ya casi no dormía nada. No puedo dormir. Duermo tres horas, cuatro horas seguidas como máximo, en épocas en las que estoy ciclando.
En épocas de crisis, duermo horas y horas y horas y horas y nunca descanso, nunca es suficiente.
Desde que empecé a tener desórdenes con mi regla, sueño continuamente con estar embarazada, con poder tener yo misma un hijo. Sueño casi siempre con un bebé en mis brazos y enseñándoselo mientras lloro a mi padre.
Sueño con mi padre a menudo, pero cosas desagradables. Con mi madre nunca sueño.
Cuando era pequeña soñaba continuamente con que me ahogaba en una piscina. Pero a propósito, yo misma me tiraba al agua, y yo misma intentaba no sacar la cabeza fuera para respirar.
Es curioso como muchas veces lo pienso, y no me recuerdo feliz. No recuerdo ser feliz. No tengo una referencia de lo que es sentirse feliz. Sentirse en casa. A veces me pregunto cómo pretendo mejorar mi estabilidad anímica si ni siquiera sé qué es lo que quiero, qué se siente al ser feliz.
Últimamente sueño constantemente con que no puedo moverme. Que un hombre entra en mi cuarto, se tumba encima de mí, y no me deja moverme, no me deja respirar. Me coge por las muñecas, boca arriba, y me inmoviliza. Me muerde el cuello y yo no puedo ni hablar, se me va la voz, mis ojos se abren como platos, y dejo de ser humana para convertirme en una masa moldeable que ni siente ni padece ni se mueve ni se queja ni palpita ni respira ni reacciona. Lo siento tan real, que a veces me parece realidad y no un sueño.
Me da miedo todo y muchas veces me enfrento haciéndome la dura, engañándome, diciéndome que puedo, pero todo me viene grande, soy como una niña jugando a ser adulta, y cómo voy a mantenerme, a sacar mi vida adelante, si a veces quiero que mi propia vida dejara de existir.